La halitosis es un problema muy frecuente y, en la mayoría de los casos, puede tratarse eficazmente cuando se identifica correctamente su origen. Si crees que tienes mal aliento, empieza por lo más sencillo: cepíllate los dientes tres veces al día, limpia la lengua con un limpiador lingual (no solo con el cepillo) y utiliza hilo o cepillos interdentales a diario para eliminar los restos de placa bacteriana entre los dientes.
Si a pesar de mejorar tu higiene oral persiste el mal olor o notas otros síntomas, como inflamación o sangrado de encías, pide una revisión en nuestras clínicas dentales para que podamos establecer un tratamiento para la halitosis.
La halitosis es la presencia de un olor desagradable en el aliento, perceptible al exhalar por la boca o la nariz. Puede ser de origen intraoral o extraoral, o presentarse de forma transitoria (por ejemplo, al despertar o tras ciertas comidas) o de manera persistente (cuando se mantiene a lo largo del día). Se considera un problema clínico cuando aparece con frecuencia, no desaparece con la higiene oral habitual o afecta al bienestar y las relaciones sociales.
Diferenciar entre los diferentes tipos de halitosis ayuda a entender por qué aparece y a encontrar el tratamiento adecuado.
Es cuando el mal aliento se confirma en la exploración clínica o con mediciones objetivas.
Se origina dentro de la boca, normalmente debido a la actividad bacteriana anaerobia asociada a la acumulación de placa bacteriana o biofilm en lengua (saburra lingual), dientes o encías. Estas bacterias producen compuestos sulfurados volátiles (CSV) que son los responsables del olor desagradable.
Normalmente, este tipo de halitosis se relaciona con gingivitis, periodontitis, caries, saburra lingual o restauraciones defectuosas (empastes o reconstrucciones en mal estado) en las que se acumulan los restos de comida.
La halitosis intraoral suele responder muy bien a la higiene oral y lingual dirigida (especialmente en la zona posterior de la lengua), la limpieza bucodental profesional periódica y, si procede, el tratamiento periodontal o restaurador.
Se origina fuera de la boca. Puede relacionarse con procesos otorrinolaringológicos como sinusitis, rinitis, amigdalitis crónica o secreciones nasales retronasales, así como con trastornos gastrointestinales (como el reflujo gastroesofágico o la infección por Helicobacter pylori), trastornos metabólicos (diabetes no controlada, insuficiencia renal o hepática…) o ayuno prolongado.
En estos casos, el dentista puede identificar y tratar el componente oral y, si se sospecha un origen sistémico o mixto o una mayor extensión del problema, derivar al paciente al especialista médico correspondiente para completar el diagnóstico.
El paciente percibe mal aliento pero este no se confirma mediante exploración clínica ni mediciones objetivas. Suele mejorar con el refuerzo de las técnicas de higiene oral y lingual (cepillado, limpieza de lengua, uso de interdentales…), revisiones periódicas y educación sobre hábitos orales y alimentarios y seguimiento.
En ocasiones, hay hábitos (como cafés muy frecuentes o boca seca intermitente) que pueden provocar una sensación de mal olor sin que exista una halitosis objetiva.
Tras tratar una halitosis o descartar su presencia mediante evaluación clínica objetiva, en algunas personas persiste un miedo intenso a tener mal aliento. En estos casos, además de mantener unas buenas rutinas de higiene oral y revisiones regulares, puede recomendarse apoyo psicológico para manejar la preocupación y la autoobservación constante.
Las causas más frecuentes son las siguientes:
Las papilas filiformes de la parte posterior de la lengua retienen restos de alimentos, células epiteliales descamadas y bacterias anaerobias que generan compuestos sulfurados volátiles responsables del mal olor.
Ambas enfermedades tienen su origen en la acumulación de bacterias en dientes y encías.
Las cavidades dentales profundas, abscesos, necrosis pulpar o filtraciones de restauraciones también causan mal aliento.
Puede tener causas muy diversas, como la medicación, el estrés, la respiración oral, la falta de hidratación y enfermedades sistémicas. La falta de saliva reduce la limpieza natural de la cavidad oral y favorece la proliferación bacteriana.
Sin una limpieza adecuada, estos dispositivos acumulan placa bacteriana y restos orgánicos, especialmente en las zonas retentivas.
Los ayunos prolongados, el consumo de tabaco, alcohol, café, ajo, cebolla y especias intensas favorecen el mal olor de boca. Asimismo, las dietas hiperproteicas o cetogénicas pueden favorecer la halitosis por la liberación de cetonas y compuestos volátiles.
Un ejemplo de ellas pueden ser los procesos nasales, respiratorios o gastrointestinales, así como los trastornos metabólicos.
Por lo general, el diagnóstico de la halitosis es no invasivo, sencillo y no resulta molesto. Suele basarse en los siguientes pasos:
Revisión de dientes, encías, mucosas, dorso lingual, restauraciones y hábitos de higiene. Además, se realiza una evaluación de factores generales (medicación, dieta, estrés, enfermedades sistémicas…).
Valoración profesional del olor del aire exhalado por la boca y la nariz. Este es considerado el método diagnóstico de referencia por su fiabilidad.
Se realiza mediante dispositivos específicos para detectar compuestos sulfurados volátiles y cuantificar el olor.
Si hay sangrado o movilidad dental, se pueden hacer radiografías y un sondaje periodontal, para valorar la presencia de placa bacteriana y sarro debajo de la línea de las encías.
Ante la sospecha de origen extraoral, se puede coordinar un estudio más amplio con un médico.
El plan se adapta a los tipos y causas de halitosis, así como a los hábitos y el estado periodontal y salival del paciente. Por lo general, el tratamiento más eficaz suele combinar intervenciones en clínica y rutinas en casa individualizadas.
El test genético bacteriológico periodontal es una prueba no invasiva que permite identificar las especies de bacterias anaerobias que producen mal olor, lo que permite ajustar el plan de tratamiento en casos de gingivitis y periodontitis. Además, sirve para monitorizar la evolución tras el tratamiento contra la halitosis, con el objetivo de que las enfermedades periodontales no vuelvan a aparecer.
La limpieza profesional es un tratamiento que ayuda a eliminar la placa bacteriana y el sarro que no pueden ser retirados con el cepillado diario. Es especialmente útil para eliminar la halitosis que tiene su origen en una gingivitis, la enfermedad periodontal más leve. En casos de periodontitis, la enfermedad periodontal más grave, es necesario un tratamiento más profundo que incluya raspado y alisado radicular.
El tratamiento periodontal está indicado en casos de periodontitis activa. En estos casos, se debe seguir una terapia por fases: educación y motivación en técnicas de higiene, raspado y alisado radicular, reevaluación clínica y mantenimiento periodontal periódico.
Con un control adecuado de la periodontitis mejora el mal aliento y la salud de las encías, reduciendo la carga bacteriana responsable de los compuestos sulfurados volátiles.
La halitosis también puede necesitar otro tipo de abordajes profesionales. Por ejemplo, si se detectan caries, los empastes y las endodoncias pueden eliminar la infección y, con ello, acabar con el mal aliento.
Por su parte, las restauraciones deterioradas se pueden reparar con incrustaciones o reconstrucciones indirectas, que facilitan la higiene y reducen la retención de alimentos.
Además del tratamiento de la halitosis en clínica, los hábitos diarios marcan la diferencia. La clave es ser constante y pedir consejos personalizados al odontólogo.
A continuación, te ofrecemos unas pautas generales para mejorar el aliento:
Rutina de cepillado: cepíllate tres veces al día con pasta fluorada. Haz movimientos suaves y de barrido, de dentro hacia fuera, durante al menos dos minutos.
Limpieza interdental diaria: usa hilo, cepillos interproximales o irrigadores para poder alcanzar las zonas a las que el cepillo no llega.
Raspado de lengua: incorpora un raspador lingual a tu rutina. Dos pasadas suaves hacia fuera, una vez al día, ayudan a retirar la película de bacterias.
Hidratación y saliva: aumenta el consumo de agua y reduce el alcohol y las bebidas azucaradas. Estos hábitos contribuyen a aumentar el flujo de saliva, lo que a su vez ayuda a “barrer” las bacterias de la boca.
Dieta adecuada: limita la ingesta de alimentos que pueden intensificar el olor, como el ajo, la cebolla, las especias muy intensas o el café.
Prótesis y férulas: límpialas a diario con un cepillo suave y jabón neutro o comprimidos efervescentes específicos y guárdalas secas y limpias. Ayudan a prevenir la placa bacteriana y a eliminar el olor nocturno.
Tabaco: si fumas, plantéate abandonar este hábito. El tabaco no solo produce y empeora la halitosis; también impacta negativamente en la microbiota oral, reduce el flujo salival y aumenta el riesgo de enfermedad periodontal y cáncer oral.
La consulta de valoración de la halitosis no requiere una gran preparación, pero es conveniente seguir los siguientes consejos:
A continuación, te dejamos una lista con los principales alimentos y bebidas que pueden desencadenar y empeorar la halitosis:
Existen numerosos tratamientos para la halitosis. Por ello, en la mayoría de casos, al tratar la causa y mantener hábitos constantes, el mal aliento mejora de forma notable. Cuando intervienen factores extraorales (digestivos o respiratorios), el tratamiento de la halitosis puede requerir un enfoque multidisciplinar y el objetivo realista puede ser reducir y controlar con un plan personalizado y revisiones periódicas de mantenimiento.
Si te preocupa el mal aliento o notas otros síntomas como encías que sangran, sensibilidad dental o una fina película en la lengua, pide una primera visita gratuita en tu clínica Vitaldent más cercana.
Valoraremos tu caso, realizaremos las pruebas necesarias y te propondremos un tratamiento claro para mejorar tu aliento y tu salud oral.
Silvia Canals es coordinadora médica del área de Ortodoncia de Donte Group. Se graduó en Odontología por la Universidad CEU San Pablo, donde también cursó el Máster en Ortodoncia y Ortopedia Dentomaxilar, y completó además un Máster en Ciencias Odontológicas en la Universidad Complutense de Madrid. Destaca por su experiencia en tratamientos con alineadores transparentes y brackets; en ortopedia y ortodoncia en pacientes en crecimiento —con aparatos funcionales como Twin-Block o Herbst—; y en el manejo de casos complejos con microtornillos.
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