El bruxismo es el hábito involuntario de apretar y/o rechinar los dientes, lo que puede ocurrir tanto de día como de noche y afectar a niños y adultos. Esta costumbre ejerce una presión excesiva sobre la musculatura de la mandíbula y deriva en una sobrecarga de la dentadura.
Aunque muchas personas no se dan cuenta de que lo padecen, los efectos del bruxismo pueden ser bastante evidentes con el tiempo: dolor mandibular, desgastes en los dientes, sensibilidad dental y cefaleas. Aunque, en la mayoría de los casos, el bruxismo tiene lugar durante el sueño (bruxismo nocturno), también puede presentarse a lo largo del día (bruxismo diurno).
Generalmente, el bruxismo se clasifica en dos tipos, en función del momento del día en que ocurre: bruxismo diurno y bruxismo nocturno. Ambos tienen unos efectos similares sobre los dientes y la mandíbula.
El bruxismo diurno o de vigilia se produce mientras la persona está despierta, sobre todo en situaciones de emociones intensas (tensión, concentración, ansiedad, ira o frustración). En este caso, es más común apretar los dientes que rechinarlos.
A menudo, las personas que presentan bruxismo diurno no son conscientes de que están apretando sus dientes, especialmente en momentos de concentración intensa. De hecho, en muchos casos, solo se dan cuenta cuando alguien se lo dice.
El bruxismo nocturno es más difícil de detectar, ya que ocurre durante el sueño. Este tipo de bruxismo puede implicar tanto el rechinamiento como el apretamiento de los dientes y, en algunas ocasiones, va acompañado de otros trastornos del sueño como los ronquidos o la apnea del sueño.
Muchas veces, el propio paciente no es consciente de su condición y es su entorno (pareja, familiares…) quien nota ruidos dentales al dormir. Por lo general, los síntomas del bruxismo diurno se manifiestan con mayor intensidad al despertar (dolor de cabeza, rigidez en la mandíbula, molestias en los músculos faciales…).
Dolor y rigidez en la mandíbula y en los músculos de la masticación, sobre todo al despertar.
Dolor de cabeza en la zona de las sienes, especialmente por las mañanas al despertar.
Desgastes y fisuras en los dientes, fruto del apretamiento y rechinamiento constantes.
Fracturas en los dientes.
Sensibilidad dental: el desgaste del esmalte provoca un aumento de la sensibilidad ante los estímulos calientes, fríos o dulces.
Dolor en cuello, oídos, hombros o incluso en la espalda.
Trastornos del sueño: interrupciones en el sueño o baja calidad de sueño.
Sensación de falta de descanso.
Sonidos nocturnos, fruto del rechinamiento o apretamiento de los dientes.
Cambios en el estado de ánimo, provocados por la falta de descanso.
Indentaciones en los bordes laterales de la lengua y la mucosa yugal: este signo se produce cuando, al apretar de forma continua los dientes, la lengua y las mejillas quedan presionadas contra las piezas dentales. Como consecuencia, se marcan en ellas una especie de “huellas” que coinciden con la forma de los dientes.
en primer lugar, el odontólogo recopila información sobre los síntomas, hábitos de sueño, nivel de estrés y cualquier otro factor de salud relevante. Asimismo, es fundamental recoger información sobre el uso de medicamentos, consumo de sustancias (alcohol, cafeína…) y antecedentes familiares de bruxismo.
el dentista examina la boca del paciente en busca de signos de desgaste, fracturas, dolor muscular o sensibilidad. Adicionalmente, el profesional evalúa la salud de las encías, la alineación de los dientes y la función de la mandíbula.
cuando se requiere una evaluación más detallada o cuando se sospecha que concurren otros trastornos del sueño (como la apnea) se puede recurrir a una polisomnografía. Esta prueba se realiza durante el sueño y sirve para monitorizar múltiples parámetros físicos (actividad muscular, actividad del cerebro, respiración…). Con todo ello, se puede diagnosticar el bruxismo nocturno de manera objetiva. Normalmente, la polisomnografía se realiza en centros especializados para hacer este tipo de pruebas.
El tratamiento del bruxismo se centra en reducir el dolor, disminuir el apretamiento y rechinamiento de los dientes y prevenir el daño permanente en el esmalte dental. Por lo general, la férula de descarga es el tratamiento más habitual para el bruxismo.
Sin embargo, es fundamental estudiar el caso de cada paciente antes de proponer la solución más adecuada, ya que existen otras alternativas para tratar el bruxismo. De hecho, a menudo se requiere un enfoque multidisciplinar que puede incluir a dentistas, médicos, fisioterapeutas y psicólogos.
Hay algunos cambios en el estilo de vida que pueden ayudar a manejar el bruxismo: aplicación de calor en la mandíbula, evitar el consumo de chicles y alimentos muy duros y hacer ejercicios para relajar y estirar los músculos de la mandíbula.
La férula de descarga es un dispositivo rígido fabricado a medida del paciente con una resina transparente. Se usa por la noche y se coloca entre las dos arcadas (superior e inferior), haciendo de barrera física entre los dientes de arriba y los de abajo. De esta manera, el aparato los protege del desgaste y amortigua la presión sobre la mandíbula.
Es importante tener en cuenta que la férula de descarga no detiene ni cura el hábito de apretar y/o rechinar los dientes. No obstante, cuando está puesta evita el daño dental, relaja la mandíbula y reduce los ruidos propios del apretamiento o rechinamiento.
Además, hay que recordar la necesidad de hacer revisiones de seguimiento con el odontólogo y que la férula sufre un desgaste, siendo por eso necesario renovarla siempre que el odontólogo considera que ya no puede cumplir su función de forma adecuada.
Cuando el bruxismo está asociado a los problemas en la alineación de los dientes, puede ser necesario recurrir a un tratamiento de ortodoncia, ya sea con brackets o con alineadores invisibles. En determinados casos, la corrección de la mordida ayuda a disminuir los episodios de bruxismo, pero no es posible definir qué casos de bruxismo se van a beneficiar de este tratamiento.
La infiltración con neuromoduladores es un tratamiento que ha ganado popularidad en los últimos años. Consiste en inyectar unas sustancias que bloquean temporalmente las contracciones de los músculos de la mandíbula, lo que evita el apretamiento y rechinamiento involuntario.
Los neuromoduladores son sustancias que se reabsorben con el paso del tiempo, por lo que suele ser necesario repetir las infiltraciones entre una y dos veces al año para que ejerzan el efecto deseado.
La fisioterapia puede ayudar a reducir la tensión sobre los músculos de la masticación, lo que contribuye a aliviar los síntomas y mejorar la función de la mandíbula. Las principales técnicas empleadas por los fisioterapeutas son los masajes, estiramientos o ejercicios activos.
Asimismo, el fisioterapeuta puede recomendar al paciente practicar determinados ejercicios fuera de la consulta para relajar y estirar los músculos de la mandíbula y mejorar la movilidad. Todo ello, en conjunto, ayuda a reducir el dolor y la rigidez causados por el bruxismo.
Como el estrés es uno de los principales desencadenantes del bruxismo, es fundamental trabajar la gestión de las emociones. A la hora de manejar el estrés y la ansiedad se puede recurrir a distintos enfoques que promuevan la relajación. Entre ellos destacan la terapia psicológica, la actividad física (deporte, yoga…) y los cambios en el estilo de vida (meditación, técnicas de relajación, menor consumo de alcohol o cafeína, rutina de sueño…).
**Importe mínimo:90€. Ejemplo de financiación para un importe de 237,00 € en 6 meses. Comisión de formalización del 2,00%: 4,74€ a pagar en la primera cuota. Importe financiado: 237,00€. Primera cuota de 45,10€. 04 cuotas de 40,36€ y una última cuota de 40,38€. TIN 7,45% TAE 15,40%. Total intereses: 5,18€. Coste total del crédito: 9,92€. Importe total adeudado y precio total a plazos: 246,92€. Precio de adquisición al contado: 237,00€. Sistema de amortización francés. Financiación ofrecida por Banco Cetelem S.A.U. válida hasta el 31/12/2025.
Evita alimentos duros y pegajosos, así como el consumo de pan, ya que requieren muchos movimientos para realizar la masticación.
Corta los alimentos en trozos pequeños para poder masticarlos en menos tiempo.
Evita mascar chicle.
Aplica calor en la zona afectada.
Haz ejercicios suaves para estirar los músculos faciales y cervicales.
Intenta mantener una postura relajada durante el día.
Consulta a tu dentista sobre opciones de tratamiento, tanto si aún no has recurrido a ninguno como si el tratamiento actual no funciona.
Filipa Nunes es coordinadora médica del área de Ortodoncia del Grupo Vitaldent. Se licenció en Medicina Dental por el Instituto Superior de Ciencias de la Salud en Lisboa (Portugal) y estudió un posgrado internacional en Odontología Integral en la Universidad de Nueva York (Estados Unidos). Además, cuenta con experiencia profesional como ortodoncista tanto en España como en Portugal.
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