Para lograr un resultado saludable, funcional y estético a largo plazo, los tratamientos de ortodoncia infantil necesitan ser abordados en dos fases.
La primera fase tiene lugar entre los seis y los 12 años, dependiendo del pico de crecimiento de cada niño y del tipo de maloclusión. El objetivo de esta etapa es guiar y corregir el crecimiento de los huesos maxilares (maxilar superior y mandíbula) para que se desarrollen correctamente. Para conseguirlo, recurrimos a diferentes aparatos como disyuntores de paladar, aparatos de avance mandibular o máscaras faciales.
La segunda fase se produce a partir de los 11 y los 13 años aproximadamente, cuando ya ha finalizado el pico de crecimiento. A esta edad, los huesos maxilares ya se han desarrollado, por lo que es momento de actuar sobre la posición de los dientes. Para ello, se pueden utilizar distintos tratamientos de ortodoncia: brackets metálicos, brackets estéticos o alineadores transparentes.
En esta etapa de la vida, los niños aún presentan la dentición temporal o mixta. Por tanto, el objetivo de los tratamientos es solucionar las discrepancias entre los huesos maxilares, corregir los malos hábitos orales (interposición labial, por ejemplo) y crear el espacio suficiente para que los dientes permanentes erupcionen correctamente.
Los aparatos que se colocan a niños de entre seis y 12 años pueden ser fijos o removibles, en función de la maloclusión que se necesite tratar. Los dispositivos más habituales son los disyuntores de paladar, los aparatos de avance mandibular y las máscaras faciales.
El disyuntor de paladar es un aparato que sirve para ensanchar el paladar de los niños que tienen un maxilar superior poco desarrollado. Como consecuencia, presentan un paladar ojival o estrecho.
El disyuntor es un aparato fijo, que se coloca en el paladar y que debe llevarse durante un periodo de entre cuatro y seis meses, aproximadamente.
Son dispositivos que sirven para adelantar la mandíbula de los niños que presentan poco crecimiento de este hueso. Los aparatos pueden ser fijos o removibles.
La máscara facial es un dispositivo que sirve para adelantar el maxilar superior de aquellos niños que presentan un crecimiento excesivo de la mandíbula.
La máscara facial es un aparato removible y extraoral. Es decir, se coloca fuera de la boca y se apoya en la barbilla y la frente del niño. Debe llevarse alrededor de 14 horas diarias, mientras el paciente permanezca en casa, durante unos ocho meses.
En esta etapa de la vida, los niños pueden contar con una combinación de dientes temporales y definitivos, o solo con piezas dentales definitivas. Dado que el crecimiento de los huesos maxilares ha concluido, ya no es posible intervenir en su desarrollo.
Por tanto, normalmente, el objetivo de los tratamientos de ortodoncia para niños de entre 11 y 13 años es corregir la alineación de los dientes. Los aparatos que se colocan en esta fase pueden ser brackets metálicos, brackets estéticos o alineadores transparentes.
A día de hoy, los brackets metálicos siguen siendo los más utilizados debido a su alta eficacia, resistencia y precio. Son los más económicos. Sin embargo, cuentan con la desventaja de que son los más visibles y, por tanto, bastante antiestéticos.
En la actualidad, existen distintos tipos de brackets estéticos: de plástico, resina, cerámica y zafiro. Todos ellos se caracterizan por ser transparentes o de color blanco, por lo que apenas se notan.
Sin embargo, hay que tener claro que los de cerámica y zafiro son los que ofrecen una calidad superior, ya que son los únicos que no se tiñen con el paso del tiempo ni con el consumo de alimentos y bebidas con coloración.
Este es el tratamiento más estético que hay para niños de entre 11 y 13 años, ya que consiste en unas férulas transparentes muy discretas que, además, son de quita y pon.
Los alineadores también se caracterizan por ser muy cómodos ya que, al no contar con los elementos metálicos propios de los brackets, no provocan rozaduras ni llagas en la boca.
Aunque los pasos pueden variar en función de la maloclusión y de la edad del niño, los tratamientos de ortodoncia infantil suelen desarrollarse de la siguiente manera:
El primer paso antes de colocar un aparato de ortodoncia infantil es realizar un estudio completo al niño. El estudio consiste en una exploración bucodental, radiografías (panorámica y cefalometría) y fotografías (intraorales y extraorales), además de la realización de modelos de estudio.
Una vez realizado el estudio, el ortodoncista diseña el plan de tratamiento. Después de la explicación del tratamiento se tomarán medidas, analógicas o digitales, para la realización del aparato. El siguiente paso es colocar el dispositivo al niño. En esa misma cita, además, el profesional detalla tanto al paciente como a los padres las instrucciones de uso del aparato.
Y es que, durante el tratamiento de ortodoncia infantil es fundamental seguir una serie de indicaciones relativas a la alimentación, la higiene o el tiempo de uso.
En función del tipo de ortodoncia infantil y de la duración del tratamiento, el ortodoncista planificará una serie de revisiones periódicas. Para que el aparato cumpla la función prevista, es esencial que el niño acuda a todas las citas y siga las pautas dadas por su ortodoncista.
Entre otras cosas, estas revisiones sirven para observar la evolución del tratamiento y realizar ajustes en el aparato.
Pérdida temprana de los dientes de leche por caries o traumatismos.
Pérdida tardía de los dientes de leche, que causa malposición del diente sucesor permanente.
Dificultades para masticar o morder con normalidad.
Respiración bucal, en vez de nasal.
Dientes frontales (superiores o inferiores) excesivamente adelantados.
Dientes superiores que cubren más de un tercio de los inferiores (cuando el niño cierra la boca).
Desgastes excesivos en algunos dientes.
Dolores, desplazamientos o crujidos en la mandíbula.
Alteraciones en la pronunciación de determinados sonidos.
Guía y corrige el desarrollo de los dientes y los huesos maxilares.
Previene maloclusiones más severas o complejas en la adolescencia y la edad adulta.
Consigue resultados más eficaces.
Evita alteraciones funcionales relacionadas con el habla, la masticación o la respiración.
Permite realizar tratamientos más económicos.
Filipa Nunes es coordinadora médica del área de Ortodoncia del Grupo Vitaldent. Se licenció en Medicina Dental por el Instituto Superior de Ciencias de la Salud en Lisboa (Portugal) y estudió un posgrado internacional en Odontología Integral en la Universidad de Nueva York (Estados Unidos). Además, cuenta con experiencia profesional como ortodoncista tanto en España como en Portugal.
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